Salave lleva siendo investigado desde hace más de 60 años, pero la posible explotación de la mineralización analizada no se ha producido desde la época romana.
El Principado de Asturias ha suspendido temporalmente la tramitación del estudio de impacto ambiental de este proyecto minero hasta que se resuelva la evaluación urbanística, que dependen del Ayuntamiento de Tapia de Casariego y la comisión de urbanismo de Asturias.
El proyecto está siendo evaluado medioambientalmente.
En Tapia de Casariego, un pequeño concejo asturiano de unos 4.000 habitantes, se libra una batalla desde hace 60 años a cuenta de las minas de oro de Salave. En todo este tiempo numerosas empresas, casi todas ellas con matriz canadiense, se han querido lanzar a explotarla, pero ninguna, todavía, lo ha conseguido. La razón fundamentalmente, la oposición frontal de muchos de los vecinos y ecologistas, pero también a que las distintas compañías que han estado interesadas en hacerlo han ido renunciando una a una al proyecto por las trabas administrativas debido al impacto ambiental que suponían.
Esta antigua explotación romana, al lado del mar Cantábrico, tiene además un gran valor arqueológico por sus ruinas. “Si se va a excavar por debajo, como se pretende, el peligro es que todo se hunda. Además, como está pegada al mar, toda la contaminación que pueda generarse al revolver la tierra, irá a parar allí”, asegura Fructuoso Pontigo, de la Coordinadora Ecologistas D’Asturies. Frente a estas preocupaciones, los impulsores del proyecto esgrimen estudios geotécnicos y de estabilidad descartan la posibilidad de que se produzca un hundimiento.
La mayoría del pueblo –pescadores, ganaderos, comerciantes y vecinos- se opone a la explotación de estas minas, aunque también hay vecinos que están a favor.
«Nosotros somos gente de Tapia y de pueblos de alrededores y vemos día a día la decadencia en esta zona por el poco empleo que hay y lo precario que es. Defendemos que venga este proyecto porque ha mejorado las carencias de proyectos anteriores. Entendemos que para la zona es un bien necesario y un aporte de mucha mano de obra y de trabajo digno, lo que puede ser un revulsivo para el pueblo», subraya Mada Gómez, presidenta y portavoz de la Asociación por la Reindustrialización del Occidente Asturiano.
Black Dragon Gold.
La empresa que ostenta la concesió minera se llama Exploraciones Mineras del Cantábrico SL (EMC). Esta compañía ha ido pasando de mano en mano por distintos propietarios y ahora mismo el 100% de las acciones las tiene la empresa Black Dragon Gold, que cotiza en la bolsa australiana, aunque tiene domicilio en Australia y Reino Unido.
EMC realizó en 2021 la propuesta de explotación subterránea ahora en estudio. La compañía sostiene que ha introducido mejoras con tecnología actualizada para corregir las deficiencias de proyectos anteriores. En este momento está realizándose el estudio ambiental.
«Nosotros planteamos para el yacimiento de Salave un proyecto de minería subterráneo, con posterior concentración de la mena de sulfuros a través de un proceso de separación física o flotación, en el que la innovación y el desarrollo tecnológico serán claves para minimizar el impacto ambiental, aportando mejoras sustanciales con respecto a otros proyectos planteados con anterioridad», explican fuente de la compañía a NIUS. «Por ejemplo, excluye la utilización de productos cianurados, y el proyecto, en su forma actual, elimina cualquier impacto o vertido sobre los cauces o aguas superficiales. Para ello, se propone la construcción de un emisario submarino que dirigirá las aguas excedentes del proyecto hacia el mar, en condiciones de calidad controladas y dentro de los márgenes legales», añaden, en alusión al sistema de tratamiento de agua que permitiría reutilizar las aguas propias de las labores mineras de interior, para su uso en tareas similares.
La compañía defiende, además, que la explotación minera subterránea se desarrollará a más de 50 metros, protegidas por un macizo de protección de roca inalterada de 40 metros bajo la superficie de las lagunas, que protegerán íntegramente su morfología y asegurando su integridad.
Citan el caso, por ejemplo, de las Lagunas de Silva, localizadas en superficie, y aseguran que no se verán afectadas al estar protegidas por el macizo de protección de roca bajo la superficie de las lagunas.
Con todo, lo último es que el Principado de Asturias ha suspendido temporalmente la tramitación del estudio de impacto ambiental de este proyecto minero hasta que se resuelva la evaluación urbanística, que dependen del Ayuntamiento de Tapia de Casariego y la comisión de urbanismo de Asturias. “No tendríamos que haber llegado hasta esta fase. Porque cuando una ley dice que una zona es incompatible urbanísticamente como es el caso, se tendría que haber desechado desde el comienzo”, señala Pontigo.
Frente a esta queja, la compañía alega que el plan de ordenación de Tapia determina el mecanismo para modificar legalmente la calificación de los suelos de incompatible con la actividad extractiva a compatible, de la misma manera que una recalificación puede convertir en urbanizable un suelo no urbanizable.
Anteriores proyectos también fueron denegados por temas medioambientales por parte de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico. “El consumo de agua que hace esta industria es tan bestia que es insostenible. Por eso todos los informes de la Confederación han sido demoledores”, apunta Daniel Cando, de la asociación vecinal Oro No. “Pero el tema medioambiental es una cosa y el urbanístico, otra. Y nosotros desde el minuto uno siempre hemos dicho que medioambientalmente es insostenible, pero urbanísticamente también es ilegal”.
La empresa asegura que «no se producirán vertidos ni captaciones sobre los cauces fluviales de la zona» y promete «respetar y proteger los sensibles cauces fluviales de la zona y sus ecosistemas asociados», optando por la instalación de un emisario para dirigir al mar el agua natural sin alterar, extraída del subsuelo, evitando vertidos a ellos.
Cribar y concentrar el oro.
Los romanos solían hacer explotaciones a cielo abierto. Y, a diferencia del salvaje Oeste, donde salían pepitas de oro, aquí el oro está mezclado con otros materiales. “El problema de las minerías de oro es que hay que mover muchísimo material, cribarlo, y luego tratarlo para concentrar el oro”, asegura Pontigo. “Todo el material hay que echarle sustancia para concentrarlo y aquí es donde está el problema: que hay que echarle un cianuro que se queda durante 75 años contaminando”. La compañía responde que no se utilizarán productos cianurados ya que se producirá y venderá un concentrado de sulfuros que no precisan de estos productos y que serán enviados fuera de la zona del proyecto.
En esta mina podría haber hasta 1,6 millones de onzas de oro, según estimaciones en base a los sondeos que se han venido haciendo en las últimas décadas. “Los gastos de explotación son muy grandes, pero si el oro baja, los proyectos, que son claramente especulativos, dejan de aparecer. Pero si el oro sube, como ahora, que está en máximos, es cuando estos proyectos vuelven a recuperarse”, asegura Pontigo. “En todo este tiempo ha habido muchos proyectos, uno de ellos, con matriz rusa, llegó a contratar a miles de personas, sabiendo que no trabajarían más de 200. Se gastaron 8 millones de euros de los inversionistas y les pararon el proyecto por impacto ambiental”, señala Pontigo.
Cando asegura que la explotación de Salave conllevaría consecuencias desastrosas en la pesca o la ganadería de la zona. “Alguien se preguntará por qué se presentan proyectos que siempre se han denegado. Y la respuesta es porque hacen pequeños cambios. Esta vez proponen que todos los residuos no vayan a parar a los ríos de la zona sino al mar, gracias a un emisario submarino. Pero esto también tendría consecuencias devastadoras”, señala.
Mientras, el tema sigue candente en las tertulias del pueblo. Han pasado 60 años y la realidad es que no hay nada definitivo decidido.