El azote de la contaminación (06/11/2022)

Compromiso. Lleva militando en el Colectivo Ecologista desde 1980 y, a pesar de los sinsabores, no se arrepiente de ser su voz y rostro

Fruti, en el parque de El Pozón. Junto a su hija, dando ejemplo en 2007. / DIANA BAIZÁN LVA
Fruti, en el parque de El Pozón. Junto a su hija, dando ejemplo en 2007. / DIANA BAIZÁN LVA

Decir que Fructuoso Pontigo Concha (Los Caleyos, Llanes, 1961) es la voz y la cara del Colectivo Ecologista de Avilés y de la Coordinadora Ecoloxista d’Asturies sería simplificar demasiado. Es el azote de administraciones y empresas a propósito de los incumplimientos en materia medioambiental, sí, pero también es una persona comprometida con su entorno y con el funcionamiento de la sociedad y eso le ha llevado, por ejemplo, a ser durante veinte años el presidente de las asociaciones de madres y padres del Colegio Público de Villalegre y del Instituto de la Luz o a trabajar en la asociación por la Integración Social de Gijón, entre otras entidades.

Junto a su hija, dando ejemplo en 2007. lva
Junto a su hija, dando ejemplo en 2007. lva

Es inevitable, sin embargo, asociarlo al movimiento ecologista, en el que milita desde hace más de cuarenta años. Era una inquietud innata, quizás por haber nacido en un entorno rural y encontrarse de repente en uno urbano, industrializado y muy contaminado. Vecino de Villalegre desde que la familia llegó a Avilés, quería contactar con el grupo que sabía que existía en la ciudad, pero en 1980 no era tan fácil enterarse de dónde estaban o quiénes formaban parte, así que se lo preguntó a un chico con el que coincidió en la parada de autobús y que llevaba una pegatina del mismo.

Así empezó una militancia que alcanzó sus cotas de notoriedad más altas en la segunda mitad de los ochenta y principios de los noventa, pero que luego inició unas horas bajas que no desaniman aunque sí preocupan a los miembros más activos. Apuntan algunas razones, como el hecho de ser una entidad ‘negativa’, es decir, que denuncian –en su caso, contaminación, vertidos e ilegalidades urbanísticas– en lugar de salir a recoger residuos u otro tipo de acciones en positivo, pero también por la inercia propia de una sociedad que aunque sí está más concienciada medioambientalmente parece distraída y sin ganas de comprometerse en el trabajo directo que además, todo sea dicho, provoca muchos sinsabores, entre otros, denuncias o chantajes.

Con otros ecologistas y naturalistas, en Oviedo, en 2010. m. rojas
Con otros ecologistas y naturalistas, en Oviedo, en 2010. m. rojas

Son tantos años en esto que Fruti, como lo conoce su entorno, lo asimila con resignación. Ni siquiera cae en la tentación de discutir con aquellos que intentan ver la violación más ínfima de una vida sujeta a los parámetros del respeto medioambiental. Trata de ser lo más consecuente posible, en la medida de sus posibilidades.

Dando una conferencia en La Calzada, en Gijón, en 2015. lva
Dando una conferencia en La Calzada, en Gijón, en 2015. lva

Puede dedicarle tanto tiempo al activismo ecologista porque eligió una profesión que le permite un horario flexible y trabajar desde casa. Él ya teletrabajaba desde que fue padre y el matrimonio se planteó que uno de los dos tenía que pasar más tiempo en casa. Tras formarse como electricista y haber tenido trabajos en sectores variopintos, decidió ser agente de seguros. Por eso el teléfono es su herramienta imprescindible. Junto con el ordenador, en el que lee a diario el BOE y el BOPA, sus lecturas de cabecera matinal antes de comprobar los datos de las estaciones de medición de la contaminación y especialmente las partículas PM10.

Fuente: https://www.elcomercio.es/aviles/azote-contaminacion-20221106000835-ntvo.html?fbclid=IwAR2t_s4JE1ppbdyn3kosJqhVHvM05t6eEnlgMCNoA8uO3KCrex7IkS3DHMs