El 22 de abril se celebra el Día de la Tierra en medio de un estado de emergencia sanitaria que ha supuesto la crisis de la enfermedad COVID–19.
· Esta crisis hace patente la urgencia de aunar esfuerzos para, solidariamente, hacer frente a la enfermedad y sus repercusiones sanitarias y sociales, que padecen en mayor grado los colectivos más vulnerables.
· Numeras organización lanzan varias iniciativas virtuales en apoyo a las medidas imprescindibles para impulsar la justicia climática en el retorno a una nueva normalidad tras la crisis del coronavirus.
El 22 de abril se celebra el Día de la Tierra en medio de un estado de emergencia sanitaria que ha supuesto la crisis de la enfermedad COVID–19.
· Esta crisis hace patente la urgencia de aunar esfuerzos para, solidariamente, hacer frente a la enfermedad y sus repercusiones sanitarias y sociales, que padecen en mayor grado los colectivos más vulnerables.
· Numeras organización lanzan varias iniciativas virtuales en apoyo a las medidas imprescindibles para impulsar la justicia climática en el retorno a una nueva normalidad tras la crisis del coronavirus.
En el Día de la Tierra es necesario pararse a reflexionar sobre la situación de emergencia ecológica. Una crisis climática a la que hay que hacer frente situando en el centro las indicaciones de la ciencia y la protección a los colectivos más vulnerables. Por ello las organizaciones que forman parte de Alianza por el Clima y 2020 Rebelión por el Clima, realizarán durante los próximos días 22 y 24 de abril varias movilizaciones virtuales con el objetivo de trasladar la necesidad de que esta crisis no suponga un intento de prolongar un modelo de producción y consumo que genera la degradación social y ambiental actual, así como alertar de que cualquier salida viable tiene que pasar por la transformación completa del sistema bajo criterios de justicia climática. Esta salida debe basarse en las personas, en sus posibilidades y en sus necesidades, así como en la protección de los recursos naturales. Una idea resumida en una frase: “Salgamos del parón y transformemos la actividad de un modo climática y socialmente justo”.
Apenas queda tiempo para actuar. En palabras del propio Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente: “Retrasar la acción solo retrasa lo inevitable. Postergar las medidas necesarias aumentará el costo de construir defensas costeras, proteger la seguridad alimentaria y adaptar la infraestructura.” El programa añade que “los gobiernos no pueden darse el lujo de esperar. Las personas y las familias no pueden darse el lujo de esperar. Las economías deben tomar el camino de la descarbonización ahora”.
La ciencia es clara. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) manifestaba en 2018 que “para que las trayectorias limiten el calentamiento global a 1,5 °C […] necesitarían transiciones rápidas y de gran alcance en los sistemas energético, terrestre, urbano y de infraestructuras (incluidos el transporte y los edificios), e industrial”. Una transformación que requiere de la puesta en marcha de una serie de medidas urgentes de carácter ambiental y social. Entre ellas, la reducción general de los residuos que producimos y el correcto tratamiento de los que se produzcan evitando los vertederos y las incineradoras. Muchas de ellas están recogidas en el manifiesto publicado el pasado 15 de abril que, en menos de una semana, cuenta con el apoyo explícito de más de 220 colectivos.
En este Día por la Tierra es ineludible reconocer la situación de emergencia climática. El tiempo de las prórrogas pasó. El tiempo de actuar es inmediato.